Construyendo momentos - X
La muerte, una Conversación (im)posible, "Quién sabe si mañana seguiremos aquí" de Kim Young-Ha, "El cielo es azul, la tierra es blanca" de Hiromi Kawakami, "El mal no existe" de Ryûsuke Hamaguchi.
»Soy Cuca Casado y estás leyendo Mis propias realidades, una newsletter en la que se construyen momentos que tienen su propio ritmo, sabor y devenir«
Una herida en común
En La Gaceta de la Iberosfera hablo de la muerte, una herida en común en la que puede haber un lugar para los vivos:
La experiencia de la muerte es desorden y disgregación, por ese mismo motivo los rituales ayudan a la reorganización. Como recoge Ana Carrasco Conde, si todas las sociedades documentadas tienen sus rituales de duelo, que incluyen manifestaciones públicas, se debe a que proporcionan un marco simbólico por el cual adquirimos la capacidad de nombrar acontecimientos que nos desbordan. Porque no se trata tanto de recuperarse de la pérdida, sino de encontrar un camino para hacer que esa pérdida sea una parte fecunda de la vida y no el todo de nuestra existencia.
Conversaciones (im)posibles
La naturaleza perdurable de una carta se prestaba a un diálogo reflexivo y, de hecho, algunas de las conversaciones más valiosas de la historia fueron mediadas por el intercambio de cartas.
Me hace especial ilusión esta nueva correspondencia con
. Hoy en día parece que está denostado el amor, sin embargo, el amor es una de las experiencias universales en la que se ve envuelto el ser humano. Eso sí, la concepción del amor varía de unas personas a otras: para unos será ese último refugio de lo auténtico y cálido; para otros un modo de esclavitud. En esta ocasión soy yo la que responde a su última carta.Quizá no tener que estar constantemente preocupados o en alerta por sobrevivir nos ha llevado a consumir el tiempo y la energía en cuestiones no tan vitales, esenciales, y, por tanto, a cuestionar al amor y su “utilidad”. En la actualidad tenemos un deseo de permanecer entretenidos continuamente y de vivir emociones fuertes e intensas. Todo son experiencias a nuestra alrededor. Somos nosotros frente al teléfono y todo lo que eso conlleva: los selfies, las actualizaciones de los estados, la foto de turno en el último local de moda, la opinión “impopular” sobre la última noticia, etc. Una era narcisista en la que la otra persona no importa tanto como la satisfacción propia. Incluso diría que no pocos no ven al Otro. Sumado a ello, todo se ha vuelto un menú a la carta bajo la concepción de que si no se encuentra lo que se quiere hay cientos, miles, de experiencias y personas ahí fuera, algo que ha debilitado la concepción del amor y, por ende, de las relaciones.
Quién sabe si mañana seguiremos aquí, de Kim Young-Ha
Hace veinticinco años que no mata a nadie. Hace tiempo que lo cambió todo por llevar una vida normal. Pero Unji, su hija, lleva días sin pasar por casa y los números del teléfono se desdibujan cuando intenta llamarla. ¿Cómo funcionaba esto exactamente? ¿Cuál era el número? De hecho… ¿a quién quería llamar?
Para este asesino en serie retirado, la vejez no es el camino tranquilo que esperaba. Los primeros síntomas del alzhéimer se manifiestan al mismo tiempo que en su barrio comienzan a producirse una serie de crímenes. Alguien está secuestrando y matando a mujeres jóvenes, mujeres como su hija, ahora en paradero desconocido. Y, por si fuera poco, solo hace unos días que esta decidió presentarle a su prometido, un hombre con los ojos fríos como el hielo.
En Quién sabe si mañana seguiremos aquí, Kim Young-Ha narra la lucha solitaria de un hombre contra el olvido, una batalla contrarreloj que le enfrenta a las brumas de su memoria para encontrar pistas sobre la desaparición de su hija. Un combate sin aliados en el que ni siquiera se puede fiar de sí mismo.
Historia original y poco convencional, en la que través de una especie de diario, Kim Young-Ha nos mete en la mente de un asesino en serie que poco a poco se ve consumido por el alzhéimer.
Los efectos de la enfermedad van creciendo durante el transcurso de la historia, hasta tal punto que el lector dudará de qué es real y qué es fruto de la imaginación del protagonista.
Quién sabe si mañana seguiremos aquí es una obra peculiar y muy interesante para adentrarse en la literatura surcoreana. La novela ha sido adaptada al cine con el nombre Memorias de un asesino (Won Shin-yun, 2017).
Mi vida. Puedo dividirla en tres partes. Mi niñez, antes de matar a mi padre. La juventud, viviendo como un asesino. Y una madurez tranquila, sin muertes de por medio.
El cielo es azul, la tierra es blanca. Una historia de amor, de Hiromi Kawakami
El cielo es azul, la tierra blanca narra una historia de amor, una historia de dos soledades que se encuentran.
Tsukiko Omachi, de treinta y ocho años, es una mujer solitaria, diferente, algo inmadura que acude con frecuencia a una taberna que hay frente a la estación a beber y a comer comida tradicional. Un día se encuentra allí con su viejo maestro de japonés del instituto, Harutsuna Matsumoto, cercano a los setenta años. El viejo maestro, que encarna la tradición japonesa, es muy educado y formal, un hombre elegante que siempre camina muy rígido y que también está solo. Dos seres opuestos, singulares y muy individualistas que al principio se buscarán para compartir su soledad. Esa incipiente amistad se irá convirtiendo lentamente, a través de gestos y hechos cotidianos, en amor.
Considero esta novela un canto a la cultura tradicional japonesa que va desapareciendo invadida por un Japón cada vez más moderno en el que ha triunfado la tecnología y la cultura de masas. Los personajes comparten una nostalgia por lo que se ha perdido, por la esencia de ese pasado tan diferente al presente que invade sus vidas y que rechazan. La eterna contradicción entre un pasado milenario pleno de ceremonias y símbolos en el que la presencia de la naturaleza es total y un presente urbanita y occidentalizado que pretende arrasar con todo.
–En eso consiste el amor –repetía la mujer–. Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si fuera una planta. Debes abonarlo y protegerlo de la nieve. Es muy importante tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño, deja que se marchite hasta que se muera.
El mal no existe de Ryûsuke Hamaguchi
Podría decir que El mal no existe va de un hombre llamado Takumi que vive con su hija Hana (nombre para nada casual, ya que en japonés significa “flor”) en un bosque cerca de Tokyo, en el que la típica corporación quiere construir un “glamping” (camping glamuroso) que alteraría por completo el ecosistema. Esta película versa sobre la falta de empatía urbana, la necesidad de lo natural y, por supuesto, los peligros que se esconden en el bosque.
Takumi es aquí representación y sinécdoque de la comunidad que se resiste al proyecto y, a la vez, un hombre cualquiera intentando superar la muerte de su pareja y criar a su hija lo mejor que sabe, que es de forma totalmente apegada a una naturaleza que, como buena flor que es, Hana adora.
La naturaleza no entiende de emociones y, como dice el título de la película, el mal no existe en la naturaleza. Siempre en equilibrio inestable, siempre perfecta.
Música que me ha acompañado mientras escribía
Y hasta aquí por ahora…
Si te ha gustado házmelo saber.
Deambula libremente, escucha cuidadosamente y consume omnívoramente.
Gracias por todas esas recomendaciones, Cuca! La verdad es que el primer libro del asesino en serie me ha dejado pensado. Así que por ahí lo meto en un mes que me falte un libro o que vaya más adelantada ☺️.
Y tus Despertares!? Los domingos los estoy echando en falta. ☺️👏🏻👏🏻
Un abrazo, Cuca